Raras es un libro raro y en eso reside buena parte de su atractivo. En primer lugar porque es más de un libro. Es al menos tres y solo el primero («Muy raras») cumple en forma evidente esa condición, con personajes de cualidades fantásticas que tienen mucho que decir sobre rasgos vinculados a lo femenino. El segundo («En familia») despliega su rareza de un modo más sutil y pudoroso, centrado en el ámbito de las relaciones familiares. El tercero («Las casas») se centra en los edificios en los cuales se mueve ese mundo doméstico, con sus rarezas y sus contradicciones. El otro evidente atractivo del libro de María Gueçaimburu es la fuerza de su imaginación, que se despliega en un lenguaje de especial precisión y sutileza.