El mundo es creación de lenguajes, de utopías de mundos posibles. Allí encontramos nuestra encrucijada actual: ¿debemos creer aún en la escuela? ¿Es posible inventar una nueva pedagogía emancipadora? Una pedagogía utópica cuyo ?n sería el deseo de vida, la invención, la creación. Una pedagogía advertida de las trampas del presente o de sus promesas tramposas. Solo se enseña cuando se hace huella en el corazón de alguien. Lección sublime para una pedagogía multicultural y justa; también para una política y una ética del sujeto que no se acostumbra al simulacro y cree en el porvenir. Lo mejor de esa pedagogía deberá estar en el estilo de su lengua, en su impronta inventiva, en la creación de relatos, que permitan describir el presente con los términos de poetas y ?lósofos e imaginar nuevas realidades, nuevos mundos para habitar.