Habitar es inevitable para todos, pero puede hacérselo de muy variadas maneras. Para la enseñanza, habitar significa apropiarse reflexiva y emocionalmente de los espacios y convertir los escenarios que nos prestan las instituciones en "buenos" y "bellos" lugares de trabajo; en sitios adecuados para enseñar y para aprender. Aventurarse a pensar la clase como espacio creativo, reconocer las huellas de las intervenciones docentes en las paredes del aula, las creaciones de los estudiantes y las propuestas de trabajo, inscriben, seguramente, páginas nuevas en el análisis de la vida en las escuelas. Estos son los temas que Gabriela Augustowsky expone en el libro. Tres aulas de tres escuelas diferentes representan un micromundo de los salones de clase que dan cuenta de perspectivas didácticas, tradiciones, usos e innovaciones en las prácticas. Registros históricos, convencionales o innovadores, dejan marcas en el aula. Conocer esas marcas, debatir su sentido, analizarlas en un espacio representacional y estético, constituyen un desafío que este libro emprende proponiendo un interesantísimo camino a recorrer en el marco de una didáctica contemporánea.