Férenczi escribe entrada por entrada la letra de este diario el año anterior a su muerte. Es una escritura marcada por las fuertes diferencias teóricas que tuvo con su maestro Sigmund Freud ese año de 1932. El autor rechaza una "técnica" psicoanalítica positivista que implica un operador -el analista-, un instrumento -la técnica- y un objeto -el paciente-. El análisis es trato humano. Presupone simpatía en el rico sentido de este término que se ha empleado también en la teoría social. En el análisis mutuo al que se expone Férenczi, el paciente se hace analista, y esta reciprocidad en la relación con el otro, de dos seres que son iguales ante el rigor de la inteligencia y la receptividad de la empatía, ofrece un contraste con el pasado que permitirá superar la repetición de sus horrores. Asistimos en este diario al esfuerzo constructivo y creador de una inteligencia potentísima que elabora un nuevo paradigma para el psicoanálisis. Su publicación después de una dilación tan grande restituye un capítulo olvidado de su historia.