Una idea tuvo la suficiente potencia para llamar su atención y provocar el impulso de profundizar en ella. Si no encontraba en el mundo físico un lugar que pudiera albergar su dolor, tendría que crear uno en otro plano. El escollo al que se enfrentaba era que no sabía cómo hacerlo. Intuyó que el eje de su camino no pasaba a través de la reflexión. Estaba hastiado de ella. Su método, por llamarlo de alguna forma, al igual que toda su vida, sería diferente. Se acurrucó y dejó que algunas de sus lágrimas ya escasas cayeran y mojaran el cuero frío del sillón.

Los sonidos del exterior se fueron apagando al igual que sus pensamientos. Tuvo un destello más de lucidez en el cual alcanzó a enumerar algunos de ellos como si formaran parte del contenido de un cofre olvidado, aunque presente: el misterio insondable de la vida y la muerte, las historias luminosas y las mínimas, el amor y su ausencia y en particular su soledad. Con cada respiración, las fronteras que limitan el territorio de lo real por medio de la razón se fueron desdibujando. Su universo comenzaba a nacer."