A fines del siglo XIX, la ciencia no era todavía como la conocemos hoy. Lejos de ser sólo un saber de especialistas, formaba parte también del universo cotidiano de las personas. Presente en todas las formas de difusión destinadas al gran público, fascinaba a quienes se dejaban encantar por sus promesas de cambio y por los potenciales mundos que permitía imaginar. En este original libro, Soledad Quereilhac reconstruye ese clima de época que en la Argentina caracterizó el pasaje de siglos. Así, a partir de publicaciones periódicas, de las corrientes religiosas del momento (el seudocientificismo de los ocultistas, los espiritistas, los teósofos) y también de la literatura fantástica que se gestó y circuló entonces (de escritores como Quiroga, Lugones y Holmberg), la autora elabora un mosaico de los ensueños que fusionaron lo material y lo fantasmagórico, lo técnico y lo mágico, y que cifraron esperanzas y temores en esa proyección a futuro. La imaginación científica reunía apariciones, fuerzas extrañas, fenómenos parapsicológicos, magnetismo, locos iluminados, rayos X? un amplio muestrario de casos raros que captó la atención de diarios y revistas, y modeló una forma de sensibilidad en que lo científico convivía codo a codo con lo inexplicable. La literatura fantástica encontró en este mundo una fuente de inspiración; los espiritualismos, un modo de legitimarse; la prensa de divulgación, una forma de deslumbrar a los lectores con inventos, nuevas teorías y descubrimientos. Con una prosa impecable y atenta a los matices, Soledad Quereilhac propone un recorrido singular por un período en que se proyectaban utopías a partir del potencial de las ciencias, justo antes de que estas se convirtieran en disciplinas autónomas, complejas y cada vez más alejadas de la comprensión de la gente común.