Pensar los años sesenta es evocar imágenes ligadas al protagonismo de los jóvenes y, en general, a la ruptura con la moral sexual y familiar vigente en las décadas previas. Si antes imperaba el mandato de la virginidad hasta el matrimonio, los noviazgos formales, la esposa ama de casa y el varón proveedor, en los sesenta se afirman innovaciones que legitiman los vínculos más libres, el goce sexual, la proyección profesional de la mujer y una mayor participación del hombre en el cuidado de los hijos. Este libro describe las mutaciones que afectaron los vínculos entre varones y mujeres, y entre padres e hijos, en el lapso que va de 1950 a 1975. Además, se pregunta por el alcance de esos cambios: ¿en qué medida los modelos heredados fueron cuestionados, en qué medida puede hablarse de continuidades? Para responder estos interrogantes, Isabella Cosse revisa con rigor crítico y fruición las revistas del momento -una diversidad que va desde Claudia y Para Ti hasta Primera Plana y Los Libros-, los manuales de sexología y crianza, las leyes, las encíclicas, las memorias de los protagonistas de la época. Y revela la existencia de múltiples fisuras que, con diferentes intensidades y sentidos, compusieron una revolución discreta. Poniendo el foco en la vida cotidiana y la subjetividad, este ensayo logra echar luz sobre un período clave, en el que personas con disímiles pertenencias socioculturales y generacionales se sintieron interpeladas a pensar qué era lo correcto y lo deseable en las relaciones familiares.