Los intelectuales y artistas del siglo XIX actuaban guiados por la confianza en el progreso, en la premisa iluminista de que las sociedades avanzaban al compás de la razón y de una continuidad sin sobresaltos entre el orden tradicional y el cambio. Esa confianza se quebró en la primera mitad del siglo XX, en el marco del derrumbe del orden liberal, y cada rama de la producción cultural -música, literatura, artes plásticas, arquitectura, psicoanálisis y pensamiento político- se rehizo a sí misma en un gesto de ruptura definitiva con el pasado. La Viena de comienzos de siglo es el laboratorio donde este proceso adquiere la intensidad de un estallido. La idea del hombre moderno como un ser condenado a recrear su propio universo y a gestar lenguajes nuevos atravesó la cultura europea en su conjunto, pero tuvo en las "escuelas vienesas" sus nombres más conspicuos: Freud indaga la lógica de las pulsiones y el inconsciente, Klimt y Kokoschka redefinen la función del arte en la sociedad, Otto Wagner hace lo propio con la planificación urbana y Schoenberg rompe con las bases tonales de la música. En el orden político, Schönerer y Lueger son los emergentes de las nuevas tendencias nacionalistas y antisemitas, en tanto que Herzl sienta las bases de lo que será el sionismo. Con la tenacidad del historiador que no claudica en su propósito de esclarecer el vínculo entre la cultura y la política, Carl Schorske indaga el suelo común en el que germinaron esos proyectos de innovación cultural e ideológica: el eclipse y el fracaso del sistema liberal y de los valores que lo habían animado. Así, reconstruye el modo específico en que cada ámbito del quehacer intelectual se vio atravesado por esa experiencia de crisis y reinvención radical de lo moderno. Carl Schorske ha escrito el gran libro de historia cultural sobre Viena, escenario contradictorio y decisivo donde eclosiona el siglo XX: Freud, Schoenberg, Wittgenstein, la coreografía intelectual del futuro. Beatriz Sarlo