¿Qué es el arte? ¿Qué es la belleza? ¿Cuáles son las pautas que permitirían calificar de artística a una obra humana? Estos interrogantes derivaron en la existencia de este libro con la intención de abrir el juego hacia nuevas y más agudas preguntas.

“No lo hice buscando el corsé de las definiciones académicas –nos dice su autora, la reconocida profesora Marta Zátonyi—. No pretendí fabricar un inventario de enunciados solemnes. Mi objetivo ha consistido en pensar el arte principalmente como objeto de estudio y goce. Una especie de síntesis cuya aprehensión está balanceada entre sentir, percibir y saber.”

No hay manera de amortiguar la angustia existencial que genera en el hombre su finitud. Y el arte no puede mantenerse al margen de esa realidad. ¿Pero adónde debe dirigir su mirada el artista digno de tal nombre? ¿Hacia el mundo exterior o hacia el interior del ser humano? Hay tendencias que privilegian lo social, otras lo existencial, lo individual, lo sexual, etcétera. Pero el arte, en cualquiera de sus expresiones, no carece de ninguno de esos elementos. Toda obra artística se involucra profundamente con el tiempo y el espacio en que es gestada individual o colectivamente. En suma: si hablamos de arte hablamos también de nosotros mismos, de nuestros saberes, de nuestros valores y de nuestros miedos.