La teoría de la democracia fue, y en gran medida sigue siendo, una teoría que refleja implícitamente la historia y las condiciones sociales de los países donde ha logrado mas viejas y sólidas raíces, básicamente los países de capitalismo avanzado del cuadrante Noroeste del mundo. Por eso, muchas de las luchas antiautoritarias, en el Sur y en el Este, fueron alimentadas por la ilusión de que, una vez que desaparecieran los grandes déspotas, se lograrían democracias que no tardarían en parecerse a las del Noroeste. Esta inocente creencia fue, por cierto, de suma utilidad para dinamizar las luchas contra diversas formas autoritarias. Pero fue más tarde también origen de lo que los españoles en su momento llamaron el “desencanto” que se apoderó de muchos cuando, después de la caída de esos autoritarismos, una serie de melancólicas realidades se hizo evidente: crisis económicas y su tratamiento tecnocrático y socialmente insensible; el debilitamiento de actores que fueron históricamente los grandes soportes sociales de los avances democráticos; el paralelo debilitamiento, si no la destrucción, de buena parte del aparato estatal al ritmo de aquellas crisis y de la ofensiva neoconservadora; la persistencia y, en muchos casos, la acentuación de grandes desigualdades y, junto con ellas, de relaciones sociales con marcado acento autoritario, y por cierto el amargo descubrimiento de que parte de los líderes políticos que la democracia trajo consigo seguía teniendo, como antes, grave dificultad en distinguir el bien público de sus intereses privados.
Editorial: PROMETEO
ISBN: 9789875748705
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La teoría de la democracia fue, y en gran medida sigue siendo, una teoría que refleja implícitamente la historia y las condiciones sociales de los países donde ha logrado mas viejas y sólidas raíces, básicamente los países de capitalismo avanzado del cuadrante Noroeste del mundo. Por eso, muchas de las luchas antiautoritarias, en el Sur y en el Este, fueron alimentadas por la ilusión de que, una vez que desaparecieran los grandes déspotas, se lograrían democracias que no tardarían en parecerse a las del Noroeste. Esta inocente creencia fue, por cierto, de suma utilidad para dinamizar las luchas contra diversas formas autoritarias. Pero fue más tarde también origen de lo que los españoles en su momento llamaron el “desencanto” que se apoderó de muchos cuando, después de la caída de esos autoritarismos, una serie de melancólicas realidades se hizo evidente: crisis económicas y su tratamiento tecnocrático y socialmente insensible; el debilitamiento de actores que fueron históricamente los grandes soportes sociales de los avances democráticos; el paralelo debilitamiento, si no la destrucción, de buena parte del aparato estatal al ritmo de aquellas crisis y de la ofensiva neoconservadora; la persistencia y, en muchos casos, la acentuación de grandes desigualdades y, junto con ellas, de relaciones sociales con marcado acento autoritario, y por cierto el amargo descubrimiento de que parte de los líderes políticos que la democracia trajo consigo seguía teniendo, como antes, grave dificultad en distinguir el bien público de sus intereses privados.
Editorial: PROMETEO
ISBN: 9789875748705