Hace unos veinte años estar en el ciberespacio implicaba una experiencia diferente a la de la vida desconectada. Pero en la última década, con la emergencia y el auge de las plataformas sociales y la creciente ubicuidad de los dispositivos móviles, no cabe duda de que nuestra vida social es inseparable de nuestra vida digital. La red Internet se ha vuelto cotidiana, embebida y encarnada, lo que ha traído incontables consecuencias sobre nuestra vida pública y privada, el marketing, los negocios, la política, el sentido de nuestra propia identidad y hasta el modo en que estamos en contacto. Vivimos en una época donde la identidad no puede pensarse sin discurso, pero tampoco sin los soportes y dispositivos técnicos que traen asociados. Las reflexiones propuestas comparten la pregunta por las operaciones discursivas en estos nuevos medios digitales que dan como resultado un yo. Esta construcción del yo, ¿es una mera cuestión de publicar contenidos, o hay determinadas maneras de hacer que los usuarios deben incorporar al ingresar en estas plataformas? ¿Las redes sociales son un espacio neutro de publicación o los dispositivos son tecnologías morales que orientan en algún sentido las prácticas de los usuarios?