Las ciudades, con su mezcla de edificios, monumentos e historias son el lugar de trabajo preferido por los arqueólogos urbanos que buscan, en los objetos más impensados, pistas que les permiten reconstruir la historia de cada lugar como si fueran detectives del pasado. Los autores aseguran que a metros de la Plaza de Mayo puede estar el siglo XVI y así, encontrar cubiertos de hueso y vidrio junto con vajillas de lujo en los restos de una casa colonial habla de sus habitantes, tanto de los patrones como de sus esclavos afroamericanos. Sin embargo, "hacer hablar" a esa historia, a esos pedacitos de telas, o botones, o platos rotos, viejos y sucios no es tan fácil, y de eso se ocupan los arqueólogos que pueblan este libro, no menos héroes que Indiana o Lara, pero sí más humanos, más cerca de poder encontrarlos en el aula o en el colectivo. Dado que no sólo de objetos encontrados viven los arqueólogos, el contexto del hallazgo es fundamental. Estamos rodeados de historia -incluso por debajo de nosotros-, una historia que aflora en las excavaciones del subterráneo, o en los cimientos de un edificio, o hasta en el pozo para plantar un arbolito en el patio. "Mirar para atrás, y para abajo, ayuda a entendernos. Es que andar por el mundo armados de palas, pinceles y ganas de conocer? es también hacer ciencia. Todo sucede en este libro lleno de sorpresas, por lo que los invitamos a ¡excavar en sus páginas!" Diego Golombek