Este es un libro sobre la cotidianidad de la muerte. En él se recupera la visión goetheana sobre los pasos conjugados y contrarios de las pulsiones de vida y de muerte. Alizade pone el acento en considerar al "por morir" en su condición humana de mortal, pero incluye además reflexiones sobre la muerte psíquica, como parte de lo no vivido. En esas líneas se hace presente la muerte que mata potencialidades vivientes. El moribundo -sostiene Alizade- se compromete en una última experiencia relacional. Guiada por esta idea, la autora recurre a una concepción antropológica. El hombre ha querido hacer pasar por los valores de la cultura lo que acontece contra su voluntad. Refiriéndose a ciertas muertes, sostiene que ellas, esas muertes eróticas inscritas en la ética, trasforman la muerte en vida; conllevan un matiz de muerte y resurrección, de eternidad de recuerdo. El tema se trata con abundante relato de casos y resultará útil no sólo a los especialistas en psicología, sino también al equipo médico tratante que enfrenta a diario situaciones límites que requieren ser esclarecidas.