En los diálogos que constituyen este libro se ofrece una visión de la terapia familiar junto a una madura auto-reflexión de los integrantes de la escuela de Palo Alto. El discípulo, Grove, consulta a su maestro sobre casos desconcertantes que se ofrecen a su práctica. El maestro, Haley, da por supuesto un concepto de "persona" que se traduce en una preocupación constante por la sinceridad y la lealtad del terapeuta hacia su paciente, sus circunstancias individuales y sociales, marcando el íntimo entrelazamiento entre individuo y sistema. Por otro lado, los autores nos ofrecen un cotejo con las ideas iniciales de Freud en relación a su propuesta fundante: hacer conciente lo reprimido inconciente. Producen aquí un vuelco conceptual al sostener que lo reprimido es lo no dicho en las relaciones personales que en cada caso son las que ahora valen para el paciente. El sufrimiento debe resituarse siempre en el interior de una relación social que este habita.