En esta obra destaca sobremanera el genio militar de Lisandro de Esparta, famoso por recibir en vida honores divinos antes que el propio Alejandro, y la forma en que derrotó al imperio ateniense, prácticamente sin dinero y en el terreno de su enemigo: en el mar. No sería la última vez que una potencia de tierra pudiera vencer a un imperio marítimo. Alejandro demostró que a pesar de que cada circunstancia histórica es única, se pueden tomar lecciones del pasado para forjar el futuro. Una lección seguida por Aníbal, Escipión y César, entre otros personajes posteriores.